Fanny Rabel
(Polonia, 27 de agosto de 1922- Ciudad de México, 25 de noviembre de 2008)
Algo sobre Fanny Rabel
Raquel Tibol
En el marco del Festival de México en el Centro Histórico, desde el 27 de marzo se presenta en la Casa de la Primera Imprenta una retrospectiva de la pintora, grabadora y dibujante Fanny Rabel, con el título La Fanny de los Fridos, seleccionada por la arquitecta Elena Segurajáuregui, directora de Artes Visuales y Escénicas de la Universidad Autónoma Metropolitana. En este conjunto se puede apreciar que la pintura de Fanny Rabel revela un temperamento meditativo. Los acordes críticos cierran el paso a los arreglos decorativos, pues su sentido de lo bello no ha hecho a un lado los problemas cotidianos. La tensión creativa se da en función de ellos, a causa de ellos. A lo largo de muchas décadas, Fanny ha desarrollado varias maneras en su quehacer plástico; pero las variaciones en su sintaxis visual no han sido arbitrarias. Los cambios en temas, texturas, cromatismos, composición, están vertebrados por una coherencia espiritual y por la necesidad de remecer los ánimos de quienes miren y pueden ver.
Fanny Rabel nació en Polonia (agosto 27, 1922). Con su familia (sus padres eran actores de teatro) llegó a París en 1929, donde hizo sus primeros estudios. Cuando se trasladaron a México en 1938 ella ingresó a la Escuela Nocturna para Trabajadores, donde se impartían cursos de dibujo y grabado. Al establecer en 1942 la Escuela de Pintura y Escultura (La Esmeralda), ella decide fortalecer su vocación y sigue cursos con José Chávez Morado, Feliciano Peña y Frida Kahlo. Cuando en 1945 iba a tener su primera exposición individual (veinticuatro óleos, trece dibujos, ocho grabados) en la Liga Popular Israelita, Frida Kahlo le escribió una afectuosa y comprensiva presentación. Entonces Fanny usaba todavía el apellido paterno, y así aparece en el texto:
Fanny Rabinovich pinta como vive, con enorme valor, inteligencia y sensibilidad agudas, con todo el valor y la alegría que le dan sus veinte años [en verdad ya contaba veintitrés]. Pero lo que yo juzgo más interesante en su pintura es la raíz profunda que la liga a la tradición y la fuerza de su pueblo [Frida se refiere al pueblo judío]. No es pintura personalista sino social. Le preocupan fundamentalmente los problemas de clase, y ha observado con una madurez excepcional, el carácter y el estilo de sus modelos, dándole siempre una viva emoción. Todo esto sin pretensiones, y llena de feminidad y finura que la hacen tan completa.
(...)En los cuadros y los grabados de Fanny hay rostros inconfundibles de niños mexicanos. Esos rostros tienen expresiones que no se sabe si son el preámbulo de una risa furtiva o acaso van a descomponerse en llanto. Es el niño mexicano hijo de generaciones que no han conocido más realidad que la inicua explotación; esos rostros prefieren huir ante el señor de saco y corbata; son los rostros de millones de niños nacidos en las capas pobres de nuestra sociedad, las de la clase obrera y campesina a lo largo y ancho del país. No es necesario hablar mucho sobre el origen de la realidad expresada en esos rostros; sobre ella se han escrito muchos libros y es necesario escribir ahora mismo muchos más. Hace falta agitar las conciencias, hace falta pintar muchos cuadros dentro de las tendencias de los de Fanny. Ella no pinta el llanto, es decir, no pinta la tragedia. En nuestro mundo hay tragedia, y el artista que la sienta y la comprenda la pintará. Pintará, como Fanny, una parte de la verdad, que no es toda la verdad de la vida humana. Yo prefiero el drama que la obra de Fanny expresa, no obstante las fallas que le pueda encontrar. Los artistas debemos preocuparnos porque la forma, el color y el mensaje –es decir, el contenido– marchen juntos. Ninguna de estas cosas debe adelantarse o atrasarse respecto de las otras. Las obras de Fanny tienen esa virtud. Por ello y por el tesón que debe caracterizar a todo profesional, puede asegurarse que esta artista progresará en su obra constantemente.
Fuente: Raquel Tibol, "Algo sobre Fanny Rabel", La jornada Semanal, no 637 (2007) https://www.jornada.com.mx/2007/05/20/sem-raquel.html